Posts

Encuentro en Alejandría

Image
 

El testigo de la noche

Image
La primera vez que los vi fue en una tasca de la avenida Solano. Ella era muy elegante, con zapatos de tacón alto y una cabellera abundante, peinada a la moda de la época. Llevaba labial rojo y fumaba un cigarrillo delgado con aroma a chocolate. Él, por su parte, era un galán encantador, vestido con un traje de diseñador y zapatos costosos. Su peinado encopetado y el reloj llamativo completaban su look, junto con las yuntas en combinación. Las noches en la tasca estaban colmadas de humo de cigarrillo y tabaco, luces tenues, música de ambiente y mucha algarabía. Hombres solteros o despechados se reunían en la barra, mientras empresarios y ejecutivos ocupaban otras mesas. Alguno que otro casanova acechaba. Yo, como siempre, llevaba una camisa blanca de manga larga abierta hasta el tercer botón, un saco de combinación, un bluyín, un par de mocasines algo desgastados y mis lentes oscuros. Solitario en mi mesa, observaba el ambiente. Su bebida favorit

Las sirenas de la Guajira

Image
              En aquel verano, la princesa Elena, embajadora de su reino, disfrutaba a diario de las aguas cristalinas del Caribe colombiano. Durante su estadía en esas misteriosas tierras, había escuchado la vieja leyenda de las sirenas de la Guajira, criaturas hermosas que, desde la distancia, solían juguetear con quienes tuviesen un corazón verdaderamente puro. Cada tarde, la princesa salía a recorrer el malecón de la ciudad con su catalejo en mano, deseando poder ver, al menos, una sirena; pues ella estaba segura de tener un gran corazón, y eso lo aseguraban todos los que la conocían. Una desafortunada tarde, una gran ola arrastró a Elena en la playa, llevándose su amado catalejo a lo profundo del mar. Triste y desanimada, Elena regresó a su palacio, pensando que ya no podría ver a las sirenas. Pero a la mañana siguiente, ¡oh sorpresa!, en la puerta de sus aposentos, en una reluciente concha de nácar repleta de perlas de todos colores, estaba su amado catalejo, acompañado de una no

Corrí

Image
La noche estaba muy fría. Era el 26 de diciembre de aquel año… Aquel año... Las luces de colores adornaban los postes de la avenida Libertador. Renos, estrellas fugaces y velas se repetían cada 100 metros, como se repetía tu recuerdo en mi cabeza. No te podía sacar de ahí: siempre alegre con tus pantalones descuidados, tus franelas de mangas largas y una gorra azul oscura. No importaba lo que hicieras... Tú, siempre sonriente y contagioso, encendías en mí esa chispa, esa energía, esas ganas de vivir muchas vidas, de no desperdiciar ni un instante. Se hacía muy tarde. Yo solo caminaba, iba a casa, pero no quería llegar... Solo quería caminar, caminar y caminar. Casi no había tráfico; desde la calle se escuchaba una que otra fiesta al son de La Billo's Caracas Boys y alguna gaita del Gran Coquivacoa, los Cardenales del Éxito o Maracaibo 15. Recuerdo cuando agarrabas tu cuatro y tarareabas de oído una de esas gaitas entrañables; "Negrito fullero" era la que mejor te sabías.

Un cachorrito de ojos dormidos

Image
Doña María, una mujer viuda de setenta y tantos años, reconocida por ser una apasionada de la cocina, famosa en el pueblo por su irresistible pastel de morrocoy. El mes de julio de 1997 llegaba con la celebración cercana del cumpleaños de Rómulo, su primer nieto, y Doña María se encontraba inmersa en los preparativos para un almuerzo especial. Revisando la despensa, se dio cuenta de que le faltaban algunos ingredientes clave, así que decidió ir al supermercado. Al abrir la puerta de su casa, se vio sorprendida por un hermoso cachorrito de ojos dormidos que la observaba con alegría. Aunque intentó ignorarlo y seguir adelante, el cachorro la siguió con determinación. El supermercado estaba a unas cuadras de distancia. Para llegar, debía cruzar la calle, doblar en la esquina cerca del kiosco de Manolo, y seguir por la acera hasta la peluquería de Doña Hortensia, que daba al Mercatradona, el único supermercado del pueblo. Y el cachorrito, detrás. Justo bajo la sombra de un árbol de samán,

Mi avioncito de papel

Image
Ayer tomé una hoja de cuaderno y me hice un avioncito de papel, en él monté todas mis ilusiones, mis sueños y esperanzas. Ayer tomé una hoja de cuaderno y me hice un avioncito de papel, junté ocho lápices, quince hojas y mis cuentos; un cuatrico, una flauta y mis canciones. Ayer tomé una hoja de cuaderno y me hice un avioncito de papel, cargué una historia de amor, once años por cumplir y a mi ranita consentida. Ayer tomé una hoja de cuaderno y me hice un avioncito de papel, lo pinté con las caras de mis padres, mis hermanos, mi familia y mis amigos. Ayer tomé una hoja de cuaderno y me hice un avioncito de papel. Salí corriendo e impulsado por el viento, volé tan alto como pude para mirar el mundo desde arriba y escribir esta historia de cómo ayer tomé una hoja de cuaderno y me hice un avioncito de papel.