F.A.C.H.
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Una vez leí en una de las tantas cosas que suelo leer, esta vez una cadena que la gente reenvía sin mucho pensamiento, creyendo que son solo palabras sin sentido y sin emoción. Pero, oh sorpresa, sin querer y sin darme cuenta, las lágrimas comenzaron a caer lentamente por mi rostro. Quería entender qué pasaba, por qué lloraba. Busqué entre los sentimientos por los cuales había llorado en mi vida: tristeza y felicidad, pero ninguno de ellos parecía encajar en ese momento. No me quedó más remedio que leer nuevamente el texto que ahora les cito: "Desearía tanto que el cielo tuviera teléfono para poder escuchar tu voz. Pensé hoy en ti, eso no es ninguna novedad. Pienso en ti en silencio. Lo único que tengo son recuerdos y muchas fotos. Dios te tiene en sus brazos y yo en mi corazón. Daría todo por abrazarte por un segundo." Cuando me di cuenta de quién lo había reenviado, el sentimiento se hizo aún más profundo. Era mi tío, una de esas personas que rara vez llora, una de esas per